sábado, 2 de mayo de 2009

POR LA FINCA

Al tío Alberto, siempre le gusta ir a la finca del abuelo Manuel, porque la brisa siempre esta galopando despavorida por la espesa hierba, donde abundan las vacas y el aroma a campo se siente fragrante.
Le cautiva que el viento le golpee sus cachetes rugosos. Son horas de búsqueda entre matorrales y malezas, y siempre lo encontramos debajo de un árbol.
Ayer lo buscamos todo el bendito día, ya era muy tarde, el sol estaba casi puesto y todos estábamos angustiados y cansados de la búsqueda.
Al anochecer el primo Jaime lo encontró. Allí reposaba el tío Alberto, con las babas chorreadas por sus cachetes arrugados. Sino fuera por los ruidos espantosos producidos por su garganta y su nariz, parecería un muerto.
-Camilo, me gritaba, lo encontré, ¡corran!; como siempre dormido debajo de una gran arboleda.
El abuelo como siempre le dice: ¿por qué nos haces esto?, la próxima vez dormirás a son de chicharras y sapos y picadas de zancudos; el tío solo agacha la cabeza y dice –ya veremos.

1 comentario:

  1. Hola, no sé si este escrito es deuna hostoria real o una ocurrencia tuya , pero la verdad es que si cuando buscas a alguien que no aparece se pasa muy mal y no me quiero imaginar si el familiar o persona querida fuera encontrado muerto...

    un saludo

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